domingo, 12 de octubre de 2008

Europa en tren

En la era del turismo espacial, los clásicos ferrocarriles actualizaron su diseño, pisaron el acelerador y lograron mantener el reinado en cuanto a viajes por el Viejo Continente

PARIS.- No hay ruido, no hay vibración No se podría decir que se nota que vamos sobre rieles a nada menos que 300 kilómetros por hora. Salvo, quizá, cuando se cruza otro tren en la dirección contraria y se lo ve apenas durante un segundo por la ventanilla. Pero ésa es la velocidad que el Thalys alcanza en un momento del trayecto París-Bruselas. La hora y veintidós minutos que tarda en cubrir 261 kilómetros, entre las estaciones Paris Nord y Bruxelles Midi, alcanza para almorzar salmón, ensalada verde y quesos con una copa de vino blanco (que ni se mueve sobre la mesita) y contestar algunos mails gracias a una perfectamente estable y gratuita conexión Wi-Fi.
El vagón de primera clase es impecable, igual que los de segunda (elegantemente, esta clase recibe el nombre de confort 2 ) y el coche-bar, donde tres ejecutivos franceses charlan junto a la barra. Todo parece estar cumpliendo su viaje inaugural. Pero Patricia Baars, encargada de las comunicaciones de esta línea ferroviaria que une París, Bruselas, Amsterdam y Colonia, tiene una sorpresa: "Estamos en pleno proceso de renovación de todos nuestros trenes", aclara.
-¿Este es el primero con el nuevo diseño?
-¡Para nada! Este ya tiene como doce años -explica-. En unos meses va a estar totalmente distinto.
Para un pasajero que llega desde la Argentina, acostumbrado, por decirlo de algún modo, a otras comodidades, viajar en tren a Bélgica de esta manera tiene el exotismo de una aventura de Tintín. Y, sin embargo, el servicio del Thalys no es ninguna rareza en Europa. Muy por el contrario, se trata de uno más entre varios trenes de alta gama similares, como el TGV (Francia), el Cisalpino (Italia-Suiza) y el Eurostar (Francia y Bélgica-Inglaterra).
Aunque parezca un anacronismo, los trenes, los clásicos trenes, están en plena expansión. En 1981, el TGV (Train à Grande Vitesse), por ejemplo, brindaba 26 servicios diarios entre París y Lyon. Hoy, tiene 665 trenes que cruzan Francia a la misma velocidad que el Thalys y suma recorridos y destinos periódicamente. Otro caso: a doce años de comenzar a rodar, el Eurostar, que une Francia y Bélgica con Inglaterra a través del túnel del Canal de la Mancha, ya trasporta el 70 por ciento de los viajeros que van o vuelven de Londres a París. Crecimiento acelerado
Está claro que en la última década los trenes de alta velocidad lograron acelerar lo suficiente como para competir con el transporte aéreo, al menos en viajes de media distancia por Europa. Pero, al margen de su rapidez, el ferrocarril cuenta con una serie de ventajas que promotores y defensores suelen recitar casi de memoria:
a) Los trenes se toman en estaciones que, a diferencia de los aeropuertos, suelen estar en pleno centro de la ciudad, normalmente a distancia caminable de una buena cantidad de hoteles.
b) Para tomar el tren no hace falta la anticipación y espera con la que hay que presentarse en los aeropuertos antes de tomar un avión.
c) Desde la ventanilla del tren se aprecian mejor los castillos, los viñedos y los lagos.
d) En el tren generalmente no hay que chequear el equipaje, que llega siempre a destino junto con su dueño, con menor riesgo de pérdida.
e) En los vagones, el pasajero viaja más libre que en un avión o que en un ómnibus, sin cinturones, con más espacio y posibilidad de caminar...
¿Desventajas? También hay, claro. En viajes más largos, el tiempo, sin duda. También, en muchos casos, hay que tener en cuenta el manejo del equipaje: el pasajero suele subir y bajar del vagón sus valijas, lo que para algunos puede ser una dificultad importante.
Por último, también hay que decir que las aerolíneas de bajo costo, con sus espectaculares ofertas, han conseguido que a veces volar sea más barato que trasladarse por tierra, algo impensable tiempo atrás.
Sin embargo, acá es donde entra en juego la creatividad del viajero. Punto a punto, de estación a estación, los pasajes de tren no son necesariamente económicos, sobre todo frente a tarifas de 5 euros como las que venden aerolíneas del tipo de Ryanair. Pero, especialmente para turistas que piensan recorrer varias ciudades e incluso varios países en un grand tour, existen pases válidos para múltiples trayectos que abaratan el presupuesto.
Estos pases no son ninguna novedad. Lo que resulta novedoso y siempre cambiante, y hasta sorprendente, es la complejidad del sistema, con más y más posibilidades de pasajes, trayectos, clases y combinaciones.
De hecho, los Eurail Passes son los productos más vendidos por Rail Europe, la compañía que desde 1995 comercializa en el mundo pasajes para trenes europeos y que el año pasado transportó casi un millón y medio de pasajeros. Según fuentes de esta firma, producto de una alianza entre las empresas ferroviarias francesa y suiza, el mercado argentino ocupa el sexto lugar en ventas de estos pasajes fuera de Europa y Estados Unidos (después de Australia, Corea del Sur, Japón, India y Brasil).
Existen pases válidos para varios países o para uno solo; para un determinado número de días en el transcurso de un mes; para grupos de dos a cinco adultos que viajan juntos; para menores de 26 años...
Además, hay que recordar varias cosas: que en la mayoría de los trenes hay primera y segunda clase, con la consiguiente diferencia de tarifas; que con mayor anticipación se consigue mejor precio; y que tanto las líneas de tren como Rail Europe lanzan constantemente promociones a las que hay que estar atento. El Swiss Pass, por caso, del ajustadísimo sistema de transporte suizo, va más allá del tren y es válido también para el ómnibus y el barco, además de otorgar entradas gratis a más 400 museos del país ( http://www.swisstravelsystem.com/ ).
Por ejemplo, un pase para viajar en tren por Alemania y Francia cuatro días dentro del plazo de dos meses, en segunda clase, cuesta unos 250 euros; en primera, 279. Un pase similar, pero con derecho a viajar seis días, en segunda clase, cuesta unos 300 euros; y en primera, 338.
Otro ejemplo. Para dos o más personas que viajan juntas, el Eurail Global Pass Saver, por 450 euros (por pasajero), permite moverse libremente por veinte países europeos durante quince días. Menores de 4, no pagan, y entre 4 y 11 abonan la mitad. Para investigar más y comprar con un par de clicks, ingresar en http://www.raileurope-la.com/ .
Con tantas variables, se hace bastante complejo estimar rápidamente el presupuesto de un itinerario. Pero, a la vez, es más factible encontrar el modelo de pase que se ajuste a las necesidades particulares según número de viajeros, edades, destinos y tiempos. Vale la pena tomarse el trabajo de planear bien.
Por Daniel Flores Enviado especial
Fotos: Daniel Flores y gentileza Rail Europe y Swiss Travel System

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